Alcorcón vuelve a celebrar a su patrona, la Virgen de los Remedios, que coincide con la fiesta canónica de la Natividad de la Virgen María, el día en que los cristianos celebran el cumpleaños de su madre, que es la madre de su Salvador.

Un año más se enciende la alegría en el Recinto Ferial, ese invento del viejo Cascallana que sirve para el mercadillo del martes y las fiestas, y se llena de alegría y de casetas, de bocadillos de entresijos y olor a carne chamuscada, de fiesta y de alegría de los vecinos que viven cerca (Parque Grande, ahí mismito) porque de más allá de la Avenida del Oeste no viene nadie, ni de San José de Valderas (que tiene sus minifiestas el 1 de mayo) o del Parque de Lisboa o de Ondarreta, o de Parque Oeste, o Las Retamas; que no, que no viene nadie.

La alcaldesa Candelaria, ese enigma extraño y confuso porque es buena y socialista a la vez, asegura que “la ciudadanía, asociaciones vecinales, culturales, deportivas y de toda índole nos preparamos para una singular vivencia, Alcorcón celebra sus fiestas”. Una singular vivencia, ni más ni menos.

Y es que es así. Esta ciudad se enreda una semana y sale en los telediarios de Telemadrid y se pone tan pimpante que parece que la ciudad está de fiesta y eso. Hasta procesiones hay, que suben a la Virgen desde la ermita y acompañan concejales y concejalas con sus medallones y la banda de la Escuela de Música Municipal y esos policías municipales de gala y esas señoras con mantilla y ese fervor.

Los vecinos, mientras tanto, están en la vuelta al cole del Tres Aguas y el Hipercor de Valderas. La gente que sobrevive.

Y en las casetas que se organizan vienen a una Ana Millán y José Antonio Sánchez porque es la del PP. Ese PP del suroeste que se reinicia a cada rato, con sus personajes tan parecidos que siempre parecen los mismos, y porque son los mismos.

Y en la casa de Sánchez, ese tugurio que nadie entiende, festejan a su guapa alcaldesa porque es lo mejor, y lo único, que tienen. Pero se temen, en el PSOE siempre se temen, que aparezca Lobato o alguien. “Que no venga Óscar Puente, por Dios, que no venga Óscar Puente”, lloran las doñas.

A la extrema no le va mal. En VOX no esperan a nadie, les vale con su manía de ser los mejores y los únicos. En Alcorcón no hay menas y, como no hay, te los tienes que inventar. Así nadie hace un discurso ni monta otra polémica.

En la otra extrema viven tan bien recogiendo residuos y tan sostenibles. Montar puntos violetas está tan visto que nadie se sorprende. Y lo mismo lo organiza otra concejalía que no es de las nuestras. Si no es del Imepe no sirve, si no es de Esmasa no vale.

Alcorcón vive sus fiestas cada año y cada año más jodidas. A nadie le importa nada. Aunque, eso sí, puedes escuchar y disfrutar en un concierto incierto. Porque el programa de fiestas anuncia que actúan Solfamidas y Tropa de Carallo. Créeme, son de aquí, son muy buenos.