Este pasado domingo, Madrid fue testigo de una manifestación por el derecho a la vivienda en la que quedó patente que, en vez de unir, el problema de la vivienda está dividiendo incluso a los que se supone que dicen luchar contra este problema.
Sí, las calles estaban llenas de pancartas que clamaban por una solución a la crisis habitacional, aunque paradójicamente muchos de los que las sujetaban son los mismos que en su momento confiaron en que este gobierno diese con la solución. Hablamos de aliados del Gobierno como Sumar y organizaciones de izquierda, que están entre los más críticos. No será por tiempo, porque han tenido seis años para aplicar medidas reales y efectivas.
Y es que, cuando tus propios socios están criticando tus políticas, y las familias no pueden encontrar una vivienda digna, no basta con repetir eslóganes o hablar de planes futuros. La realidad es que el derecho a una vivienda sigue siendo, para muchos, un lujo inalcanzable, y la situación no parece mejorar.
Los ciudadanos, especialmente, los jóvenes, se sienten cada vez más desamparados. La burbuja inmobiliaria no ha desaparecido, simplemente ha cambiado de forma, y ahora está más ligada a un mercado de alquiler asfixiante que deja sin opciones a las familias de clase media y baja.
Hasta el momento, el resultado de las políticas del PSOE y sus socios ha sido poco menos que nefasto, ya que los precios no solo no han bajado, sino que además en muchos casos han seguido escalando. Claro que no toda la culpa es del Gobierno. ¿Quién iba a imaginar que disponer millones de euros en ayudas a los inquilinos se iba a convertir en un arma de doble filo? Conociendo la picaresca de este país, no se antojaba la solución más idónea.
Los propietarios pensaron, ¿das ayudas económicas a los inquilinos? Genial, subimos el precio de la vivienda y obtenemos mayor beneficio, y vosotros, alquilados, pagáis lo mismo o más.
Todos lo veíamos venir. bueno, casi todos. De hecho, no será porque varios expertos avisaron de que esto podía ocurrir. Dio igual, la cabezonería de Sánchez y compañía se impuso a la lógica y decidieron seguir adelante sin escuchar consejos. Sabiendo esto, se entiende la ausencia física y simbólica de representantes del Gobierno en la manifestación. Aunque capaces habrían sido de ir a protestar contra lo que ellos mismo han hecho.
La incoherencia política a veces es así. Si no que se lo digan a los miembros de Podemos, su socio en las últimas legislaturas, que sí asistieron y se llevaron un sonoro abucheo por parte de los manifestantes, que consideran a la formación morada cómplice de este problema, ya que el acuerdo firmado para regular el precio de los alquileres no es más que papel mojado. Puede que esta reprimenda les sorprendiera (o no), pero hay que reconocer que tuvieron valor de ir a una manifestación en contra de una ley que ellos mismos auspiciaron.
Este domingo quedó claro que ni siquiera los partidos que históricamente han abanderado la lucha por la vivienda están a salvo de las críticas, más sabiendo que no han hecho nada en estos años. Los manifestantes, muchos de ellos votantes de izquierdas, han perdido la paciencia. Mientras tanto, el PSOE, partido que debería haber liderado esta batalla, parece haberse quedado en un segundo plano, permitiendo que la situación se descontrole.
¿Y ahora qué?