Una vez más, para sorpresa de nadie, los ciudadanos de a pie nos vemos atrapados en un juego político en el que el Gobierno, en lugar de aliviar la carga fiscal, opta por seguir aumentando los impuestos y los gastos, ahogando, aun más si cabe, la maltrecha economía familiar.
La implementación de la nueva tasa de residuos, que todos los ayuntamientos tendrán que poner en marcha en menos de un año, y la subida del IVA en productos básicos, como el aceite de oliva, los cereales, la leche o los huevos no es más que otro golpe más a la clase media (si es que aún existe) y trabajadora de este país, que a duras penas soporta la ya de por sí excesiva presión fiscal.
El impuesto relacionado con el tratamiento de residuos, el conocido como «tazazo», denominado así por el Partido Popular y preparado por el PSOE, es solo el último capítulo de una larga serie de políticas que, lejos de promover el crecimiento económico, estrangulan no solo a la economía familiar, sino también a la empresarial.
El Gobierno y sus medidas ignoran por completo las dificultades que enfrentan los hogares en este contexto de inflación que vive nuestro país, por lo que a partir de ahora, cada ciudadano deberá sumar a sus impuestos habituales una cantidad extra de dinero solo por la gestión de basuras. Y si os lo estáis preguntando, este gasto adicional no tendrá una contrapartida clara en términos de eficiencia y mejora en el servicio.
Un ataque a la economía familiar
Desde el ejecutivo pueden llamarlo «tasa ecológica», pero la realidad es que esta recaudación millonaria que buscan no deja de ser un claro síntoma de la incapacidad del Gobierno de manejar sus cuentas sin recurrir al bolsillo de los ciudadanos.
Por si fuera poco, esto se suma a la decisión del Gobierno de revertir la rebaja del IVA que ellos mismos habían implementado el año pasado como una medida anticrisis y a la que apenas ha dejado que canalice sus efectos. Así que desde este pasado 1 de octubre, los precios de los alimentos irán aumentando paulatinamente. Un golpe de gracia a las familias que luchan por poder acceder cada día a la cesta básica.
Una vez más, el PSOE y sus socios aluden a esta situación como una «medida temporal, transitoria y necesaria»; no obstante, la retirada de estas ayudas se podría haber gestionado mejor si se hubiesen aplicado recortes más selectivos y no haber optado por el camino fácil, que es lo que suele hacer Sánchez y compañía.
No obstante, lo más preocupante de todo es que estas medidas han dejado al descubierto dos alarmantes puntos: la falta de respuesta del Gobierno a sus propias medidas para tratar de de paliar sus efectos negativos y la actitud de superioridad del mismo frente a las soluciones propuestas por la oposición que buscan rebajar estos «mazazos» de la mejor manera. Vamos, lo que se conoce de toda la vida como el perro del hortelano, que ni come, ni deja comer.
No deja de resultar llamativo que mientras el Gobierno no cesa su afán recaudatorio, el gasto público sigue disparándose. Tal vez, la solución, como han propuesto en alguna ocasión desde el otro lado de la banqueta, sería limitar el gasto y apostar por una política fiscal basada en la eficiencia y el ahorro. Pero, bueno, ¿quiénes somos nosotros de esta basura de impuestos?